Esta es Lola, mallorquina, 24 años. Hace casi siete que vive en Barcelona, con 18 años se mudó a la ciudad para estudiar un grado universitario en Estudios de Género. Y aquí sigue, años después, intentando formarse en lo que le gusta. Actualmente cursa un máster en Antropología, pero las cosas no siempre son fáciles.
No es fácil ser joven en España, ni poder estudiar lo que te gusta en otra ciudad sin ayuda de tu familia. Tampoco es fácil vivir sin recursos básicos, pero cuando la crisis de la vivienda azota, hay que improvisar.
Así es, Lola, esta joven estudiante vive en una casa okupada en Mollet del Vallès. Convive con una familia de refugiados ucranianos y no cuentan con suministro eléctrico ni agua corriente.
Trabaja de monitora en un comedor escolar y puntualmente imparte sesiones sobre sexualidad y género en centros educativos. En un mes normal, sus ingresos representan aproximadamente el 80% del precio medio del alquiler de una habitación en Barcelona (535€ según datos de 20 minutos).
La edad media de emancipación de los jóvenes en España es de 30,3 años, significativamente superior a la media de la Unión Europea que es de 26,3, y solo el 15,9% de los jóvenes españoles logran emanciparse. Estos datos reflejan los desafíos económicos y sociales que dificultan su independencia.
A causa de este y otros muchos factores, más gente de la que pensamos come de la basura en nuestro país, ya sea por una cuestión ecologista (consumiendo productos que para producirse ya han gastado una cantidad considerable de recursos y que de otra manera acabarían siendo desechados) o bien, por mera necesidad.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2021 se desperdiciaron aproximadamente 1,2 millones de toneladas de alimentos. Cada día, miles de supermercados, bares, restaurantes, panaderías y otros establecimientos alimenticios tiran comida en buen estado a la basura. Todo esto quiere decir que en España y los países occidentales se produce más comida de la que se es capaz de consumir.
La industria alimentaria en España, particularmente en la producción de carne y productos lácteos, es responsable de importantes emisiones de metano y óxidos de nitrógeno. También tiene un impacto considerable en el uso del agua y la generación de residuos orgánicos, contribuyendo a la contaminación del suelo y del agua.
Parece que en los tiempos que corren se nos han olvidado aquellas palabras que nos decían nuestras abuelas sobre el no desperdiciar comida, sobre el hambre que muchas de ellas pasaron. Lo que desperdicia la industria es una parte, mucha de la comida que acaba en la basura sale de nuestros hogares, por lo tanto también somos responsables de cambiar en consecuencia nuestros hábitos de consumo.











































